El camino que toma el sonido a través nuestro sistema auditivo.
Nuestros oídos son órganos sensoriales complejos. Tienen muchos sensores pequeños y sensibles para captar ondas de sonido, juntarlas y enviarlas en un instante a través de nuestros nervios auditivos hasta nuestros cerebros. Para que el centro auditivo de nuestro cerebro traduzca esas señales acústicas en sonido, música o señales de advertencia vitales, el sonido no debe ser alterado ni interrumpido en su camino a través del oído.
El viaje a través del oído.
Cuando hablamos de nuestros oídos generalmente hablamos de la parte visible desde fuera. Pero eso no es ni la mitad de la historia. De hecho, esa parte es sólo el auricular. Una parte mucho más grande de nuestro sistema auditivo está a salvo dentro de la protección que entregan nuestras cabezas. Siga al sonido en su viaje a través de nuestros oídos.
El oído externo.
La primera parada en el viaje del sonido es el oído externo, el que recibe el sonido y lo dirije a través del auricular en nuestras cabezas. Diversos picos y valles actúan como resonadores para amplificar el aire vibrante. Al final de la entrada al oído las ondas de sonido golpean los tímpanos, una delgada membrana que separa al oído externo del oído medio.
El oído medio.
Desde el tímpano, las sutiles vibraciones son transmitidas a tres pequeños osículos – los huesos más pequeños del cuerpo humano. El martillo, yunque y estribo están organizados de tal modo que el sonido es amplificado por un factor de 20 antes de ser dirigido al oído interno.
El oído interno.
En el oído interno, las ondas de sonido encuentran la siguiente membrana, llamada la ventana oval. Desde ahí viajan al órgano del equilibrio en una por una parte y a la cóclea por otra. La cóclea está compuesta por tres canales llenos de fluídos. El sonido causa que pequeñas células capilares al fondo de estos canales vibren, lo que convierte las ondas de sonido mecánicas en impulsos eléctricos nerviosos. Dependiendo de qué tan alta sea la frecuencia del sonido, el movimiento de estas ondas cambiará, lo que mueve a la cóclea en las partes más sensibles a esa onda auditiva: los sonidos agudos estimulan a las células capilares al frente de la cóclea; los sonidos más graves estimulan las de atrás. Desde ahí el impulso es transmitido al centro auditivo en el cerebro.
¿Sabía que?
12,000 capilares externos y 3,000 internos ayudan a nuestros oídos a convertir el sonido en impulsos nerviosos, los que hacen posible que nuestros cerebros perciban incluso las diferencias más pequeñas en volumen y tono. A través del tiempo, sin embargo, algunas de estas células capilares pueden morir, comenzando con las que están al frente. Cuando eso sucede las frecuencias altas de las ondas de sonido dejan de llegar al cerebro. ¿El resultado? Pérdida auditiva relacionada con la edad. Pero esa es sólo una de las múltiples causas de pérdida auditiva. Haga click aquí para averiguar más sobre otras causas y descubrir cómo identificar el desarrollo de una pérdida auditiva.
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